Emoción: Alteración del ánimo intensa o pasajera, agradable o penosa que va acompañada de cierta conmoción somática.
Hay épocas especialmente convulsas en la vida, incluso me atrevería a decir que lo que hay son personas que lo son o que no lo son. Me encuentro entre las primeras.
Cada cual es convulso a su manera y según sus parámetros, condicionados a su vez por variables contextuales y de aprendizaje.
Sumémosle a una época convulsa una tendencia emocional flagelante y la alteración y la conmoción vendrán servidas y anidarán sin remedio en los ánimos frágiles.
En la amalgama de situaciones que configuran la existencia vamos dando tumbos entre algún que otro paso firme y en muchas ocasiones vemos pasar la vida de lado, obcecados y tremendamente asustados, queramos o no reconocerlo. Nos obcecan las imposiciones externas y las propias que sin darnos cuenta van tejiendo una red extensa que sirve de contención pero al mismo tiempo nos enmaraña y complica la elección de caminos alternativos (he ahí el miedo).
Me hallo entre quienes tienen la oportunidad de poder observar en una porción significativa de congéneres el dramático resultado de los devenires individuales: miseria, soledad, lucha encarnecida por el derecho a una vida digna, resignación dolorosa de los apartados por la sociedad, anhelante necesidad de la atención de un igual...
La rueda de la fortuna paró para algunos en la latitud o época adecuada y ese hecho fortuito diferencia un tipo de vida u otro. Si obtuvimos recompensa, como nos viene dada, no la valoramos y hemos de ir llenando de premios una saca que ya venía de por si cargada: lo que nos satisface y agrada suma, lo contrario la va vaciando. El resultado final, la auto percepción adecuada a nuestro nivel de logro en las áreas que para cada cual sean más importantes. El apoyo social siempre balancea las sacas más descompensadas y es la necesidad de recibirlo la que nos convierte en seres agónicamente vulnerables en las etapas finales.
Épocas y personalidades convulsivas...siempre la consciencia otorga la objetividad necesaria. Sean o no convulsos, tejan o no sus propias redes, llenen sus sacas o vacíenlas...pero no se auto engañen: las emociones pasan por una explicación de las mismas pero ésta es segada en gran proporción. Sientan desde el convencimiento de ser nuestros peores enemigos y discernirán qué emociones merece la pena destripar y guardar a buen recaudo y cuáles son fruto de tozudeces o simple repetición de patrones aprendidos.
Muy interesante.Un abrazo, Fernando A
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