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viernes, 14 de junio de 2013

LAS COSAS QUE REALMENTE IMPORTAN...POR ALBERTO DE QUINTANA

Me pilláis en horas bajas ya que la espalda quiere recordarme a cada momento que soy humano y no lo hace de una manera placentera...

Pero vamos a hablar de cosas importantes.

 La vida está llena de retos, de situaciones, de coincidencias, de casualidades y, a veces, sólo damos importancia a lo que, en nuestro fuero interno, calificamos de "aprovechable" para nuestros fines.

 Somos capaces de entrever una oportunidad al estrechar la mano de esa persona que nos puede ofrecer una vida profesional más completa, y somos incapaces de ofrecer una sonrisa a esa anciana con la que siempre nos cruzamos al salir de casa y que ya nos mira como si fuésemos conocidos de toda la vida. Para la persona que te estrecha la mano, eres uno más. Para la anciana esa sonrisa supondría un regalo inesperado, agradable.Y son esas pequeñas cosas las que nos pueden llenar de felicidad. La vida nos trata bien o mal. Los recursos para ser feliz son nuestros y todos los tenemos.


 Las grandes metas son eso... metas. Y ahí es dónde está la diferencia entre quién las considera prioritarias en sus resultados o entre los que disfrutan de cada instante del recorrido para llegar a ellas. Si la meta es llegar a Zaragoza, siempre será mejor ir disfrutando por el camino de los paisajes de Álava y La Rioja.


Esas pequeñas cositas, sin importancia aparente, son los frutos que nos regala una vida que pasa rápido a nuestro lado y que nunca se detiene. Almacenar sonrisas, caricias, regalos inesperados, situaciones agradables, gestos, pequeños logros, miradas... ahí está la esencia de una felicidad que hay quién quiere construir de golpe. Es disfrutar de cada ladrillo. Y, sobre todo, es disfrutar de todo a lo largo de una vida que, recordemos, termina en la meta... a la que se llega sin posibilidad de retorno. ¿No es mejor llevar el caudal de esas pequeñas cosas y haber sido feliz que llegar con las ansias de grandes logros, realizados o no, y con solo eso?


Hoy he disfrutado con la compañía de mi "pulguita"... (ella sabe quién es) y he sido feliz. Mientras, sigo escribiendo en busca del Nobel de Literatura, meta a la que nunca llegaré, pero que me proporciona ratos como el de esta tarde que me han hecho feliz... y eso, no me lo quita nadie.

 Un beso, amigas.

 Alberto de Quintana 

arbol de la vida

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