Vivo con una extraña sensación a cuestas. Nunca me ha supuesto la carga
un excesivo peso, ya que únicamente me asalta en los momentos de absoluta
soledad que no son muchos, cuando sólo los estímulos internos hacen presencia en la
mente más o menos dispuesta a prestarles atención. Lo habitual es que pensamientos estériles hagan su aparición, hasta que llega el momento
de abrazar a Morfeo y proseguir a la mañana siguiente con mis rutas establecidas( aquellas en las que no tiene cabida el libre albedrío
poco acostumbrado a que le marquen trayectorias) .
Pero hay ocasiones en las que la sensación se abre paso y se manifiesta de forma violentamente consciente . En ese momento, mi cabeza comienza a tambalearse y una especie de ebriedad me embarga, sumida en la más absoluta ceguera, para después volver a su lugar dejando un raro efecto, mezcla de confusión y de calma. Acompañando al movimiento, la frustración, la inseguridad, el dolor y el miedo toman forma turnándose para vapulearme sin lograr su propósito de derribo. Poco a poco el mareo desaparece y la vista retorna...por la mañana me abordan unas ganas irrefrenables de emprender proyectos nuevos u olvidados. Una incómoda neblina en los ojos permanece durante el día y se disipa a medida que continúo en el empeño de ejecutar mis metas: es lo único que me indica que esas noches de plena conciencia no se reducen a simples sueños agitados...eso y que de mi cuero cabelludo se desprenden pequeños y embarazosos trocitos de piel con un inquietante color rojizo lacado ...
Pero hay ocasiones en las que la sensación se abre paso y se manifiesta de forma violentamente consciente . En ese momento, mi cabeza comienza a tambalearse y una especie de ebriedad me embarga, sumida en la más absoluta ceguera, para después volver a su lugar dejando un raro efecto, mezcla de confusión y de calma. Acompañando al movimiento, la frustración, la inseguridad, el dolor y el miedo toman forma turnándose para vapulearme sin lograr su propósito de derribo. Poco a poco el mareo desaparece y la vista retorna...por la mañana me abordan unas ganas irrefrenables de emprender proyectos nuevos u olvidados. Una incómoda neblina en los ojos permanece durante el día y se disipa a medida que continúo en el empeño de ejecutar mis metas: es lo único que me indica que esas noches de plena conciencia no se reducen a simples sueños agitados...eso y que de mi cuero cabelludo se desprenden pequeños y embarazosos trocitos de piel con un inquietante color rojizo lacado ...
Cuenta la leyenda que el fundador del Zen, Bodhidharma (Daruma en japonés) meditó en una cueva durante nueve años seguidos, perdiendo sus extremidades por la falta de uso. Para evitar el sueño, se arrancó los párpados dando lugar al nacimiento de las primeras plantas de té ( utilizado por los monjes para resistir la somnolencia durante la meditación). Los ojos del muñeco Daruma están en blanco para que su propietario pinte una de las pupilas al establecer una meta y la otra al cumplirla, de este modo se convierte en emblema del propósito que se quiere alcanzar y alienta la motivación para lograrlo.
A pesar de carecer de brazos y piernas el Daruma permanece en posición vertical cuando es tambaleado, lo que simboliza la persistencia, determinación y fuerza interior.
¿Cómo están las pupilas de sus Daruma? ¿Cargadas de deseos incumplidos? ¿Cuánto resistirán las inevitables acometidas? Sean como ellos. No caigan.
Ya tu me sabes...BUENISIMO
ResponderEliminarCuando te sientas así recuerda que cada día se abre a nuevos conocimientos y nunca sabemos si su aprendizaje va a ser doloroso o placentero. Sea de la forma que sea y con la presencia de ánimo que siempre has demostrado no queda más remedio que aceptar lo que llega como un nuevo reto. Y si te falla el ánimo, siempre tienes una mano amiga que te ayudará a pintar pupilas cargadas de éxito...
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